El Tarot guarda estrecha conexión con el contenido del mundo onírico en tanto ambos comparten un mismo lenguaje: el simbólico. Para comprender mejor, es necesario hacerse una clara idea entre el vínculo que existe entre los símbolos y el Inconsciente. Para Gilber Durand en su libro “La Imaginación Simbólica”, “el símbolo es, pues, una representación que hace aparecer un sentido secreto; es la epifanía de un misterio”, y dicho misterio reside en el dominio de lo no-sensible: lo inconsciente. Como epifanía de lo inconsciente, los símbolos nos harán emerger distintos patrones y energías guardadas en lo profundo de la psique, no solamente individual sino colectiva. Por lo tanto, el contenido simbólico del Tarot y de los Sueños podremos hallarlos dentro de ese espacio oscuro y compartido por todos que es el Inconsciente Colectivo.

El Inconsciente Colectivo, los Arquetipos y la Sincronicidad.

El Inconsciente Colectivo es el inconsciente de la humanidad, el que compartimos como especie, producto de la conexión de los inconscientes individuales. Su construcción se ha ido formando a través de la historia de la humanidad, y el contenido de dicho Inconsciente está formado por patrones de conducta primitivos y espontáneos que Jung denominó con el nombre de Arquetipos.

Estos Arquetipos son portadores de una energía psíquica (inconsciente) que activan determinados mecanismos emocionales ante determinados disparadores, siendo estos disparadores universales y comunes a toda la experiencia humana a través del vínculo con determinadas imágenes simbólicas que vienen a manifestarnos su presencia, como la imagen de la Madre, el Padre, la Bruja, el Hijo, el Sabio, etc.

La experiencia arquetípica, dada que ésta es por medio del inconsciente, no se produce a través de la razón o la lógica, es decir, no de manera consciente. Por lo que todo acercamiento a su comprensión racional siempre será indirecto, segmentado y teñido por el tiempo y lugar en donde estemos parados, por nuestro inconsciente Comunitario (el de nuestra comunidad de origen), el Inconsciente Familiar y el Inconsciente Individual. Por medio de estos tres “filtros” es que tendremos contacto con la figura primordial que es el Arquetipo. Su forma pura se nos presenta bajo el ropaje de las experiencias que hayamos tenido de él, por lo que nuestra comprensión, visión y trato con dicha energía no será la misma, necesariamente, que las de los demás, al margen de las notas comunes que compartan. Pongamos como ejemplo el arquetipo del Padre (Inconsciente Colectivo), el cual tendrá ciertas cualidades destacadas en determinada sociedad y en determinada época, como podrían ser el mostrarse severo, viril, servir de sostén o soporte a su familia, etc; a su vez, éstas cualidades será más o menos encarnadas por nuestro vínculo directo con nuestro padre. De esta experiencia, nuestro inconsciente puede enviarnos imágenes simbólicas en los sueños, como pueden ser una estatua masculina, un hombre que nos protege o, inclusive, una representación menos directa como podría ser un obelisco,  una columna y otros símbolos fálicos.

Jung veía en los sistemas oraculares una expresión de este Inconsciente Colectivo, dado que éstos comparten el lenguaje simbólico. En el caso del Tarot, éste incorpora mediante sus símbolos a los Arquetipos. Retomando el ejemplo del arquetipo del Padre, podemos vincular dicha imagen a la carta El Emperador. Ahora bien, si elegimos conscientemente las cartas, es decir, mirándolas, esta proyección del contenido inconsciente sobre la imagen simbólica de la carta posee una lógica obvia. En cambio, cuando efectuamos una lectura “tradicional”, con el consultante eligiendo las cartas del reverso, entraría en juego un concepto que Jung ha denominado “sincronicidad

La sincronicidad es definida como “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por su sentido pero sin conexión causal entre ellos”. Es decir, en ella intervienen dos hechos: uno subjetivo, el contenido interior (inconsciente o arquetípico); y uno objetivo, el hecho exterior que dispara el contenido subjetivo. La característica es que esta unión de dos hechos significativos para el sujeto no guarda relación de causalidad, es decir, es “casual”.

En una consulta de Tarot, la sincronicidad interviene mediante el hecho objetivo (la carta de Tarot) y el contenido subjetivo (el significado que emerge en el lector). Al consultar sobre un tema determinado, éste se manifestará mediante las imágenes simbólicas de las cartas, que dispararan el contenido arquetípico inconsciente que está activado en ese momento.

El Tarot: los “Arcanos Mayores” y el Viaje del Héroe

La palabra “Arcano”¨viene del latín “arcanum”: algo secreto, un misterio o algo que permanece oculto y cerrado. En el Tarot, desde mediados del siglo XVIII se designan con esta palabra a sus cartas: Arcanos Mayores y Arcanos Menores (es decir, Misterios o Secretos Mayores y Menores). Los Arcanos Mayores son veintidós cartas que siempre han poseído un contenido simbólico más complejo que los llamados “Menores”; de hecho, son las cartas con las que habitualmente se representa al Tarot y se diferencia de las cartas de juego. En una sesión, al leerse el símbolo presente en la carta se “descubre” el secreto que reside en el interior, sucede la epifanía de la que hablaba Durand. Además de los “Misterios Mayores”, los Arcanos Menores también nos brindarán la comprensión simbólica de determinados arquetipos mediante vías no tan directas, como es el valor numerológico, la asignación Elemental con sus correspondientes atributos, y la proyección a través de los patrones que se manifiesten en las imágenes o los personajes de la Corte.

Los Arcanos Mayores, a través de su recorrido pictórico, nos plasma un camino de ascensión del Alma, un camino redentorio y de realización del ser que el mitólogo Joseph Campbell ha denominado como el mono-mito del Viaje del Héroe. Este mito estructural es compartido por todas las culturas y civilizaciones, y se centra en la figura del Héroe arquetípico que es llamado a la aventura (o forzado, si se rehúsa), en donde debe superar ciertas tareas o problemas, vencer algún monstruo o enemigo para recuperar un tesoro (o persona), y regresar de nuevo a su patria. Este mito tiene como correlato el viaje del Sol, naciendo, alcanzando su apogeo, muriendo y transitando el inframundo, y volviendo a la vida. Es decir, visto psicológicamente nos mostrará un camino de adentrarse hacia el Inconsciente y volver habiendo integrado nuestra propia Sombra (el contenido de nuestra psique no asumido, rechazado, olvidado o no potenciado por nuestro entorno).  Ejemplos de este mito lo podemos hallar en el viaje de Odiseo, las tareas de Hércules e incluso, en la actualidad, a través de películas (Star Wars, Frozen), literatura (los cuentos de hadas) y video juegos (Super Mario, The Legend of Zelda). Este viaje es lo que Jung denominada “Proceso de Individuación”, es decir, el proceso en el que integramos todos los aspectos de nuestra psique.

En la secuencia, podemos vislumbrar este viaje en tres etapas por medio del Triple Septenario:

  1. Cartas I a VII: el proceso de socialización y conformación de la Persona, la máscara con la que nos desenvolvemos de manera funcional en la sociedad, mediante la aprehensión de la autoridad, los valores morales y religiosos, y el pleno funcionamiento y mantenimiento de la estructura social;
  2. Cartas VIII a XIV: el encuentro con el inconsciente interior, la crisis que nos lleva a problematizar quiénes somos en realidad y cuál es la importancia que le damos a nuestro yo interior. La cúspide de esta crisis es La Muerte, obligándonos a transformarnos y evolucionar o resistirnos hasta la muerte física. Ya sea metafórica o literalmente, sólo será el paso hacia una mejor integración de nuestra esencia (Templanza)
  3. Cartas XV a XXI: la trascendencia y el regreso a la Fuente Esencial, el encuentro con Lo Divino, la plena realización del Yo (Sí-Mismo).

En medio de este recorrido, El Loco (sin número algunas veces, como 0 o 22 otras), será el protagonista que vivencie este viaje de ascensión espiritual y psicológica, alcanzando su plena realización. Simbolizará el Yo indiferenciado al inicio, y el Sí-Mismo realizado al final, siendo ignorante con sed de aprendizaje y un sabio incomprendido al terminar el viaje. No importa cómo lo veamos, si al inicio, en medio de algunos de los estadios o al final del recorrido, siempre será el buscador y su camino constantemente cíclico.

Interperlando el Inconsciente: sueños y “adivinación”

Como ya vimos, tanto el Tarot como los sueños se nutren del lenguaje simbólico, por lo que el primero es una efectiva herramienta a la hora de interpretar a los segundos. En esta tarea, es fundamental buscar que el consultante haga un trabajo de libre asociación con las imágenes simbólicas de las cartas a fin de hallar los significados personales de éstos. Esto puede hacerse pidiéndole que elija una carta para determinados personajes, momentos o situaciones del sueño, o incluso mismo para señalar una imagen específica. Otra manera, es mediante una lectura “convencional”, de tres cartas, representando:

  1. el Sueño
  2. la pregunta del Inconsciente
  3. la respuesta.

Otra manera también es “diseccionar” cada parte en una posición, y elegir la cantidad de cartas (sin verlas) de acuerdo a la cantidad de escenas y personajes enumerados, y pidiéndole a la persona que realice su proyección libre, primero, y la lectura del intérprete luego.

Lo cierto, es que sea cual sea el fin con el que se utilice el Tarot, ya sea para escudriñar respecto del inconsciente y el proceso de evolución, ya sea para “adivinar” un hecho pasado, presente o futuro, serán las imágenes las que movilicen la información que ya existe en nuestro interior. Dado que vimos que los hechos exteriores pueden guardan relación no causal, sincrónica, con contenidos interiores (arquetípicos), nuestro propio inconsciente pueden hablarnos sobre lo que sucede en el exterior, como así también lo que ha sucedido e incluso lo que puede llegar a ocurrir si determinado Arquetipo se manifiesta de determinada manera. El inconsciente no conoce límites espaciales, en tanto puede conocer hechos alejados geográficamente; ni temporales, en tanto la información que aporta puede haber sucedido antes o suceder después. Esto mismo ya estaba en la cabeza de quienes idearon el I-Ching hace dos milenios. No hay evidencia de dónde se “guarda” físicamente el inconsciente aunque se pueda analizar los procesos cerebrales que se vinculen con ello, a su vez que la noción del tiempo al dormir se relativiza enormemente. Si comprendemos como llegamos al momento actual, podremos saber cómo será nuestro devenir, a la vez que re-significaremos nuestro propio pasado y el vínculo con los Arquetipos. Para el Inconsciente sólo existe un único lugar y momento: el aquí y ahora, dándonos la oportunidad de descubrir el origen de determinados complejos (recuerdos encubridores, represiones, conflictos, sustitución transaccional, etc.).

No importa a través de qué medio contactemos con nuestro inconsciente, si de forma directa (por medio de los sueños) o indirecta ( a través de sistemas oraculares como el Tarot), el conocimiento de los patrones de éste nos brindará la llave para la realización individual, el Sí-Mismo. Mientras mayor sea nuestra comprensión de todas las manifestaciones de la Verdad, mayor será nuestro propio conocimiento interior, y mayor la comprensión de los procesos interiores de las demás personas. A modo de cierre, podemos sintetizar esto mediante dos frases, una de Jung: “La iluminación no se alcanza fantaseando sobre la luz, sino integrando la oscuridad”; y la otra, del antiguo Oráculo de Delfos: “conócete a ti mismo”.

(Escrito en colaboración con Fernando Villar, del blog El Significado de los Sueños)

Bibliografía:

  • Carl G. Jung, Los Arquetipos y lo Inconsciente Colectivo, Sobre la Sincronicidad, El Hombre y sus Símbolos.
  • Marie-Louise Von Franz, Sobre Sincronicidad y Adivinación
  • Gilbert Durand, La Imaginación Simbólica
  • Joseph Campbell, El Héroe de las Mil Caras, Las Máscaras de Dios Vol I: Mitología Primitiva, El Poder del Mito.
  • Sallie Nichols, Jung y el Tarot: un Viaje Arquetípico
  • Hajo Banzhaf, El Tarot y el Viaje del Héroe
  • Rachel Pollack, Los 78 Grados de Sabiduría del Tarot